Otro cuento de Hausherhurt: Gata Flora
Hace bastante que evitaba escribirte algo personal, Malcon. Sé que solo nos escribimos para afinar nuestro talento. Y es que esta historia es tan mía que estoy seguro de que mi cerebro se ha encargado de adornarla. Pues, me es imposible mirar el pasado sin el filtro del presente, ahora es que se eso. Extrañamente siento que todo ha sucedido en tiempo y forma, ahora que estoy lejos puedo mirar más completo el panorama. Vaya coincidencia, al escuchar tu pregunta esta tarde no pude evitar sentir cierta nostalgia por que precisamente este día, Ha sido un día muy espacial. Claro, ya no para mí. Hoy cumple 25 años la Gata Flora.
He decidido contar por última vez esta historia de una manera definitiva. Entonces cuando suceda otra vez, que me pregunten sobre amores platónicos, ya no perderé mi tiempo. Recurriré a este texto, este machete, aunque en primera instancia tratare de desviar el foco de la conversación.
¿Has ido al Nihuil, Malcon? Es un lugar precioso. Voy a mandarte un par de fotos. Hoy ha sido la primera vez que he ido, Acompañé a Giuliana, quién es pre-ventista y suele hacer ese viaje cada quince o veinte días. Salimos de su casa a las cuatro veinte de la madrugada para esperar el colectivo sobre la avenida. Mientras estábamos esperando, me recordó que era el cumpleaños de Flora.
―¿Flora?
―Sí, Florencia.
Malcon, hace unos días tuve un vago pensamiento sobre su cumpleaños. Quizá había quedado en mi inconsciente no sé, no recordaba la fecha exacta. ¿Por qué Giuliana se encargó de recordármela? Pues ellas estudian juntas el profesorado de lengua y literatura. Creo que vio algún estado en instagram o algo así. Las cosas siempre son más sencillas de lo que parecen.
―Ah, ¿Cuántos años es que cumplía esta chica?
―Veinticinco.
―Claro.
Nunca creí en los chacras pero realmente sentía un desnivel.
―Estoy desalineado, soy una ensalada mixta desalineada, Giuliana.
―Joder, me dio hambre ja, ja.
―ja, ja, ja.
El colectivo no sobrepaso mucho de la hora estimada, quizá uno o tres minutos. No me gusta la impuntualidad, me deprime la impuntualidad. Llega dos veces tarde a una cita con migo y no llegaras a la tercera. Perdonás la primera, pues pudo haber pasado algo de camino.
Butaca uno y dos, Giuliana me prestó su campera. Tardamos menos de una hora en llagar. Logramos ver el amanecer a la orilla del lago, precioso. Me contó que una vez, hace muchos años, el lago se congelo completamente, podías caminar por encima. Corrías cierto riesgo pero podías hacerlo, una vez, una sola.
Podías ver el reflejo del lago y el sol en aquellos lentes oscuros que tenía, similares a los que use aquella última vez, cuando el reflejo era ella. Pero más adelante voy a contarte esta parte.
Quiero empezar por en medio porque en el principio los personajes de esta historia eran niños de ocho años sentados a la orilla de la calle esperando la lluvia, decíamos que los destellos de los relámpagos eran fotos que dios tomaba. Si, mejor empezar por en medio. Ahora dios no existía y los destellos solo eran destellos.
Para no hacerte el cuento largo, me enamore de ella a temprana edad y ella me bateo un par de veces y luego strike tres, estas fuera. Pero me quede, joder ella me tan caía bien. Entonces la amistad se tornó muy linda. Porque era la flor, la flor del principito, esa a la que no podías arrancar, no debías. Viví en otras ciudades, tuve muchos trabajos y conocí a otras mujeres, que decirte, cada una de ellas te enseña algo distinto. ¿Si sabés que la dignidad es algo que no puede perderse, verdad? Pues, a veces se siente como si en realidad nunca hubieras tenido dignidad.
Poco hombre, poca cosa, inútil, vago, perdedor los insultos y las mujeres fueron variando camino a casa. Ninguna de ellas me conoció a las tres de la tarde. Te voy a dar un consejo, Malcon: Cuando estés conociendo a alguien procura saber cómo es a las tres de la tarde, cuanto antes lo sepas, mejor.
Cuando regresé a san Rafael, no había cambiado mucho realmente, ni por dentro ni por fuera. Quizá fue el tiempo en que empecé a leer a los grandes y escribir como si fuera uno de ellos, el egoísmo lo necesito para que la herida de la tinta corra.
Ahora el amor que tenía por la Gata Flora, así es como ella hacia que la llamaran, era algo limpio y me atrevo a decir: enternecedor. La flor del principito estaría orgullosa si me viera escuchándola con atención mientras me leía. Ella me leyó un par de libros, entre los que se encontraba “El lobo esperarío” de Hermann Hasse y “Putas asesinas” de Roberto bolaño. Este último esta en casa con una dedicatoria escrita con tinta azul. Muy tierno de su parte. La transcribiré:
Agradecida de los años compartidos.
Te quiero y siempre te llevo en mi pensamiento.
Por otra década más, Por los sueños sin cumplir,
Por los cigarrillos fumados y los mates tomados.
Brindo por tu vida y celebro tu existencia.
Flora
A mi amigo, Damián.
En aquella década ocurrió algo impensado, algo así como saciar la sed con licor, un licor que antes no te gustaba y ahora aprendiste a prepararlo en casa, pues… Lo que ocurrió los encerró a todos en casa. Sabés de qué hablo, una pandemia ¿Quién lo hubiera pensado? No quiero hablar de esta parte, solo voy a decirte que cuando termino, ella buscó y encontró un romance. Entonces su pareja, un tipo muy simpático. No le conozco muy bien, ella no me hablaba de él. Me costó recordar su nombre los primeros seis meses. Recuerdo no estaba muy segura de seguir.
―¿Lo vas a dejar? He cometido errores, querida. Realmente he fallado tanto como para saber que las parejas que buscan todo el tiempo emociones intensas no duran. Funciona al principio, luego se acaba.
―Bueno pero siempre está la posibilidad de volver: Donde hubo fuego, cenizas quedan.
―Pero el fuego es fuego y las cenizas son cenizas, no es lo mismo.
Siempre me hubiera gustado darme a mí los buenos consejos.
― ¿Entonces?
―Entonces es con quien hasta en los momentos aburridos las pasas bien.
Para entonces ambos estábamos seguros que lo nuestro jamás hubiera funcionado, pero realmente quería que la pasara bien, Aun quiero eso.
Nunca la volví a notar insegura al respecto, no dejo que lo hiciera, luego no paraba de decir mi novio esto y mi novio lo otro. Cada vez que nos juntábamos adivina quién pasaba por ella donde sea que estemos, en casa, en el parque. ¿Adivinaste? Exacto, su madre. Es broma, era un falcón rojo.
Es lo que sucede, con el paso del tiempo dejamos de vernos con tanta frecuencia, pues los amigos pasan a segundo plano cuando el amor toma las riendas. Dos o tres veces al año, para su cumpleaños una vez, su pareja hizo pollo al disco, exquisito.
―Fumamos juntos y morimos solo, como dice el rapero ese ¿cómo se llamaba?, ¿Damián?, ¡EY!
―Querida, hay mucha gente esperando en este parque ¿Qué tal si apostamos?
―Está bien, yo apuesto por el soltero número uno, el soltero número tres y la soltera numero…mhmm, la siete.
―Me quedo con el soltero número dos, la número cuatro y el quinto.
― ¿No hay soltero número seis?
Bueno, yo era el soltero número seis.
Lo supe cuando el Falcon rojo se la llevo.
Es increíble saber que debes dar un paso al costado, dejar el asfalto libre, caminar por la arena caliente. Me ha pasado demasiadas veces estar en medio de una ruta levantando el pulgar pensando que nadie frenara, es un sentimiento horrible. Supongo que ya es el momento, es hora de contarte el final de esta hermosa historia. ¿Lo recordás? Su reflejo en mis lentes oscuros.
Fue el primer día de la primavera, organizamos vernos en la bodega Bianchi, tiene un lugar muy hermoso en donde se puede estar tranquilo y hay verde, mucho verde. El lugar estaba a mitad del camino, ambos llegamos en nuestras respectivas motos.
Tomamos mates, charlamos, pensamos, reflexionamos, reímos. ¿Deya vú o resulta que ya no era suficiente lo que nos ofrecíamos? Después de todo, son cosas que sabía encontraría y había encontrado en otras personas. Hay una gran diferencia entre amar Y querer. Yo te quiero, te quiero con migo, ahí, cerca de mí, no te vayas, aún que si te fueras, te volverías un conocido, un alguien y eso está bien, después de todo siempre terminamos siendo alguien. Piensa, luego me darás la razón. Lo extraño de ser un alguien, es que ahora tus posibilidades de conocer a otras personas, aumentan.
―¿Nos sacamos unas fotos?
―No, Flora. No tengo ganas. Si querés te saco unas a vos, estas hermosa.
En ese preciso momento en el que ya no miré la pantalla del celular mientras tomaba la segunda o tercer foto y la miré a ella, podría jurar que ella me miró a los ojos, fue como si despertara de un sueño. Y entendí que siempre la había visto a través de un filtro. Y yo no era un dios tomando una foto, era el destello.
Si me saqué una foto con ella, una última foto.
Malcon, volvamos al principio, estábamos en el Nihuil con Giuliana, has notado que a veces el agua se siente fría hasta que estas completamente sumergido. Güili no sabía si meterse hasta que estuvo adentro y ella dijo aquel dicho, ¿Lo has escuchado? El de la gata flora, me causo mucha gracia, es increíble pero yo jamás lo había escuchado. Bueno, estas cosas pasan.
Fin.
Autor: Marcos Damián Membribe